HISTORIA DE LA FILOSOFÍA:
El primero que se refiere al ser es PARMÉNIDES, para quien el ser es, y el no-ser, no es, o sea, que según él, el ser está en las cosas, es decir, el ser es algo trascendente a mí, esto es, está más allá de mí, fuera de mi.
PLATÓN, recibe de PARMÉNIDES su descubrimiento del «ente», esto es, … De la «cosa», pero al estudiar PLATÓN la «cosa» descubre el «ser», o sea, lo que la cosa es. Pero PLATÓN ve que la cosa «es» y «no es», es decir, que la «cosa», por ejemplo: Un trapo, … Es blanco y no blanco, es decir, es casi blanco, pero no completamente blanco, … No es, absolutamente blanco y así con todas las demás cosas. Platón entonces cae en cuenta que en alguna parte debe hallarse la «cosa» completa, absoluta, y a ese ser incondicionado llamará «idea», la cosa de todas las cosas, la cosa perfecta, a la que nada le falta. Para PLATÓN, este mundo nuestro, donde vivimos, existimos con el otro y con las cosas, es una copia del mundo perfecto, verdadero, real de las «ideas», que está aparte de nuestro mundo sensible, empírico, físico. Esa es la metafísica de Platón, la creencia de que existe fuera de nuestro mundo, otro, inteligible, en donde habitan las «ideas», que son los modelos de las cosas de nuestro mundo sensible. Para Platón el «ser» no está en las cosas, sino que el «ser» está en las «ideas», o sea, en los géneros, en los universales.
El ser del REALISMO, por ejemplo: el ser de ARISTÓTELES, a diferencia de PARMÉNIDES, y de PLATÓN, para él, para ARISTÓTELES, … el no-ser, también, es, porque para él, el ser es polisémico, es decir, el ser se dice de muchas maneras, es la analogía del ser.
Para ARISTÓTELES, no sólo en la sustancia está el ser, sino que en cada categoría, accidente, propiedad o característica de la sustancia, lo está. Por ello, no podemos pensar el ser como la categoría de las categorías, como la máxima de ellas, porque, el ser no sólo es sustancia, sino que puede ser cantidad, cualidad, lugar, tiempo, situación, estado, pasión, relación y acción. A esas categorías pueden ser reducidos todos los entes físicos, pues ellas nos sirven para ordenar las ideas y las cosas.
Por lo tanto la verdad para el REALISMO, es una correspondencia entre las palabras y las cosas, o una adecuación de las ideas y las cosas. La mente asume la forma del lenguaje, y este al mismo tiempo sirve de intermediario entre las ideas y las cosas, por medio de la palabra. Palabra pensada, palabra articulada (dicha) y palabra escrita va ha decir más tarde el NOMINALISMO.
Por el contrario para el IDEALISMO por ejemplo el de BERKELEY, en donde no hay más que mis ideas, las cosas son algo inmanente, y mi conocimiento es de mis propias ideas.
KANT, hace la síntesis de todo esto, diciendo, que el ser no es ni trascendente, ni inmanente a mí, sino que el ser es trascendental.
Trascendental para KANT, no es tanto el objeto, sino el modo, la manera cómo el hombre con lo dado y con lo que él pone, construye ese objeto, cuyo resultado es el conocimiento. El ser ya no es trascendente, es decir, ya no está en las cosas, como lo afirma el REALISMO, ni el ser es inmanente, como lo afirma el IDEALISMO, es decir, que el ser son mis ideas, sino que mis ideas y las cosas están todas en el ser, y a esa concepción de ser lo llama él, ser trascendental.
Pensar y conocer son cosas muy distintas para KANT, yo puedo pensar lo que quiera, por ejemplo El caballo alado, pero solo puedo conocer, lo que existe, por eso dice que la intuición sin el concepto es ciega, y el concepto sin la intuición es vacío. Para yo poder conocer el caballo alado, lo debo tener presente en el caos de sensaciones, o sea, en la intuición que capto con las formas puras del espacio y el tiempo que estan en mi, a ello le pongo ademas el concepto, o sea, las categorías del intelecto, y formó así el objeto, esto es, el fenómeno, pero como el caballo alado no existe en la experiencia posible, eso termina siendo un concepto vacío, y es vacío, porque carece de materia, de realidad, de contenido, simplemente no existe.
El ser penetra y envuelve todas las cosas y mis ideas (la realidad y mi yo) y no se confunde con ninguna, porque el ser ni está en las cosas, ni está en mis ideas, este ser, en que están, tanto mis ideas como las cosas, que sirve de puente entre ellas, es lo que llama KANT ser trascendental. Una cosa es, la cosa en mí, el fenómeno, y otra, muy distinta, es la cosa en sí, el noúmeno. Esta última resulta incognoscible para mí, dice KANT.
El ser no es un predicado real, ni ideal, es trascendental.
Por lo tanto concluye KANT diciendo que: Mis ideas son de las cosas, es decir, que mis ideas, no son solo mías, sino que al mismo tiempo, son de las cosas.
Recordemos que para KANT el conocimiento resulta de la interacción entre el sujeto y la realidad.
El yo pone las formas puras de la intuición sensible, o sea, el espacio y el tiempo, las formas puras del intelecto, o sea, las categorías y por el otro lado la realidad suministra, facilita, el caos de sensaciones, de esa relación, de esa interacción surge el objeto, la cosa en mí, es decir, el fenómeno.
¿Como sea, la cosa en sí?, no lo se, porque, inmediatamente conozco a la cosa en sí, ya la cosa está en mí, afectada por mis prejuicios, es decir, por mi subjetividad, deformada, deconstruida por mi, o sea, por mi cuerpo, género, genes, educación, amistades, familia, país, ciudad, posición política, forma de ser, profesión y demás caracteres que me afectan y me condicionan.
A toda esta nueva hipótesis o punto de vista de lo que es el conocimiento, Kant lo llamó giro copernicano, y dijo que Hume lo había despertado de su sueño dogmático, es decir, de ser IDEALISTA.
KANT abre la puerta del ser trascendental y del conocimiento trascendental que este genera, metafísica que sus continuadores van a llevar a estadios y esferas que él nunca imaginó.
El conocimiento, por lo tanto, según esta teoría, es algo híbrido, producto de lo dado (caos de sensaciones, fuera de mi), y lo puesto, o sea, las formas puras, de espacio, tiempo y categorías que están instaladas y cableadas en mí. Es decir, que no llego al mundo como una tabula rasa, como lo afirmaba el EMPIRISMO, sino con las formas puras innatamente adquiridas durante mi desarrollo como ser producto de la unión del esperma de mi padre y el óvulo de mi madre.
La filosofía Kantiana tiene por fin que el hombre se conozca, es una antropología. El objeto supremo de su metafísica es la persona humana.
Lo importante de este repaso es mostrar que nada está dicho en absoluto, que todo puede ser de otra manera, y allí está la filosofía para probarlo.
FRANCISCO VELASCO
Amante de la verdad.